26 abr 2012

Relato sucinto


Sucinto Gómez, micropanfletista

Deprimido y furioso por no lograr publicar, el microcuentista Sucinto Gómez, se buscó un enemigo de envergadura. Nadie medra sin hacerse enemigos, pensó. Y la emprendió contra los voluminosos libros que abarrotaban el mercado. Contra esos modernos testigos inútiles de la anodina época actual y contra sus no menos despreciables autores. Sucinto se puso manos a la tinta, presto a elaborar un microlibelo, denigrando a esos escritores sin gusto, cargando la pluma contra ellos. Con más saña, cuanto más nórdico era el autor. Creaba encrespados microrrelatos contra aquellos cúmulos de cientos de páginas y sus autores. Pasaba las noches escribiendo de claro en claro y los días de turbio en turbio. Los micropanfletos asomaban ya por los cajones repletos de su escritorio. Hasta que un día, Sucinto, conoció a un editor interesado en publicar su obra microlibelística. Llegada la hora en la que, por fin tuvo, su ópera prima impresa entre las manos, Sucinto lloró emocionado. Hubiera matado por vivir ese momento. No sabía que ya lo había hecho: el cadáver de su inspiración yacía ahogado bajo el peso de aquellas mil doscientas páginas.

©Mikel Aboitiz


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