Papelitos
Ya no hay
papelitos sorprendiéndole sobre el espejito de su baño: «Cuento las horas». O el «Pienso
en ti» arropado entre billetes que ella se topa al pagar. Con la mudanza y la
boda volaron los papelitos. Ahora importan hipotecas e impagos. Y los mensajes
sin explicaciones relampagueando en el móvil (“Lola, no me esperes esta
noche”). Pero esta tarde desea sentirse como antes: se arregla a conciencia, estrena
lencería. Tiene un papelito en la mano y carmín rojo furioso en los labios. Se
los revisa en el espejo y hoy es ella quien deja una nota: «Tampoco
me esperes».
©Mikel Aboitiz
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