Diana
Tras una noche de
copas Cupido erró el tiro, adjudicándole un inspector de Hacienda. El
funcionario se quedó dormido sin descubrir el Paraíso donde ella guardaba sus
cuentas más secretas. El siguiente saetazo acertó en un periodista, un terrorista
de la pluma, que explotó antes de tiempo en los baños de la discoteca. Ahí lo
dejó, enmadejado en papel higiénico.
Desde entonces no
ahorró esfuerzos hasta neutralizar a Cupido maniatándolo a su cama. Lograrlo fue
empresa de dioses, pero mereció la pena quedar a cubierto de sus desatinos y
disfrutar a solas cada noche pellizcándole las alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario